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Tiempo de cerezas

396 páginas

P.V.P 19 €

 

 

Basada en hechos reales, esta novela trata de la historia de un hombre que contra su voluntad debe afrontar un conflicto bélico tomando partido en uno de los bandos que él no elige, la guerra civil española y posteriormente otro más, la guerra mundial, siendo uno de los componentes de la División Azul. Durante la guerra desaparece, se le da por muerto, y después de treinta y cinco años ausente de su país, cuando sus familiares han rehecho su vida y seguido cada uno sus propios derroteros, vuelve a casa. Es la tragedia de un muerto que resucita, regresa y pretende reincorporarse a la vida de su familia como si en vez de siete lustros de ausencia hubiera sido ayer el último encuentro.

 

 La obra trata de las reacciones de los personajes y para ello se viaja en el tiempo y en el espacio. Nos desplazamos a París, Gijón, Zaragoza, Teruel, Cáceres y Madrid, hasta que nuestro protagonista encuentra su lugar en el mundo, aquél del cual nunca debió salir.

 

Hay pequeñas pinceladas de hechos históricos: la guerrra civil, la guerra mundial, posguerra, el franquismo, la muerte del dictador, la transición política, las primeras elecciones democráticas. Y todo ello visto desde la perspectiva del español de la calle, no desde el peldaño superior del historiador, ni desde el encorsetado del político. Encontrará el lector en estas páginas un milagro documentado de la Virgen del Pilar, el de M.J. Pellicer Blasco, que el Vaticano ha contemplado. Se conoce popularmente como el milagro de cojo de Calanda.

 

Hay escenas de dos tipos de batallas, luchas entre ejercitos con gran despliegue de armamento y lucha contra la vida, contra uno mismo para hacer en cada instante lo correcto. Se percibe el silencio anterior a la batalla, se ven las lágrimas vertidas, el tiempo perdido que un reloj por el cual no pasa el tiempo nos marca; hay fracasos y victorias, libertad e ira, gavilanes y palomas; y, sobre todo, esta novela nos habla de la vida y de la muerte y del frio inherente a ambas, que es el mismo, aunque distinto.

 

 Al final, la materia no se destruye, se transforma y permanece; el amor vence incluso a la muerte y permanece vivo para siempre, a la deriva por todas las primaveras de la eternidad.

Tiempo de cerezas

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